jueves, 19 de febrero de 2009

Cordillera de los Andes – Venezuela

Mientras subimos por la carretera, bordeando las curveadas montañas, sentimos que nos perdemos en ellas. Nuestro mundo queda atrás. El pie de las montañas está muy al fondo, y ya no se distingue. Subimos y subimos, el viento cada vez más veloz, hasta que llegamos.

Un extenso lago del cual entran y salen pequeños riachuelos, se encuentra oscuro y quieto. Entre los riachuelos se ven pequeñas lomas adornadas con frailejones y de suelo húmedo y blando, Corro y rápidamente me quedo sin aliento, la neblina me rodea. El cercano sol quema la niebla y hace picar mi cara. Entre el cielo y la montaña se posa incómoda una colonia de pinos. El silencio, con excepción del agua.

Podría quedarme aquí para siempre, no necesito nada. Solo el páramo, mi pequeño pedazo de cielo…



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